en el vacío de esa cama, rota de amores y libertades,
encontramos el timón que dirige nuestro barco.
tú, joven y preciosa, huirás en lancha salvavidas
mientras yo, como buen capitán,
dejaré que el agua fría del océano me acoja en su sino
por el resto de los tiempos hasta que, algún día,
con traje de buzo y ojos incrédulos,
alguien rescate la dignidad que nunca debimos perder.
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