Anclatge

soñaba que soñaba
que los sueños se dormían
derritiéndose en la cábala
esparciendo fantasías
contaba en las más noches
siempre luz aparecía
con la luna de estandarte
en el reino de vigilia
alargando las jornadas
como un búho sin guarida
esperando agazapado
que empezase la partida
no era el sol buen compañero
ni en la plaza ni en el ruedo
aunque un toro por los cuernos
siempre fue muy traicionero
gritó fuerte y clamó al cielo
por poder rozar el viento
su sabor, su olor, su cuerpo
y esa ráfaga de aliento
más no pudo abrir la jaula
donde andaban los lamentos
ni a martillo, pico y pala
escapó de aquel tormento
y conjurándose guerrero
cerró los ojos con empeño
esquivando la mañana
viajando al sueño eterno.