Latas delato


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Y diga usted, ¿cuánto pagaría por un plato de lentejas?
Si quiere, las toma,
o toma del sabor del hierro.
Y sino, las deja,
o deja de resistir inanemente.

Y, ¿cómo son los papagallos vagabundos?
Chulescos aunque raquíticos, y desplumados.
Amables pero agridulces, y enajenados.

Entonces, ¿de qué color se huele el viento?
Como el Sol genuino deponiente,
como cáscaras de nueces y naranjas,
como columpios oxidados del desván.

Entonces, ¿con quién jugamos por las tardes?
Con las cortinas que esconden las meriendas,
con las galletas entrerrotas en tazones,
con la riqueza de las letras aun no escritas
o las historias que no llegan a ser latas.